Desde el comienzo del trabajo en el Cementerio Parroquial de Penco en el año 2010 a la fecha, todo el proceso ha pasado por diferentes etapas, las que, a modo de resumen, partieron con el levantamiento realizado por los trabajadores del cementerio de los cuerpos que se encontraban en los nichos derrumbados tras el terremoto del pasado 27/F; aproximadamente una semana después se produjo la llegada de estudiantes de antropología de la UdeC para colaborar con la limpieza e identificación de los restos (etapa que se extendió hasta mediados del 2012) junto a las entrevistas a familiares; finalmente la etapa en que nos encontramos hoy en día es la de confrontar la información de las entrevista sociales y las fichas osteológicas, además de la estandarización de la información procedente de las osamentas. Actualmente hoy, además de 2 antropólogas voluntarias, se encuentran trabajando 5 estudiantes de Antropología de la Universidad de Concepción quienes están realizando su pre-práctica.
Debido al interés y necesidad de manejar las osamentas es que afloran nuestras inquietudes respecto a la forma en que estas se encuentran actualmente. Estamos conscientes del deterioro al que los restos se encuentran expuestos día a día, no sólo debido a su manipulación por parte nuestra, sino debido también a las condiciones en que se encuentran almacenados. Cabe destacar que los restos están salvaguardados en la denominada “capilla” del cementerio, una construcción que fue comenzada con esos fines pero que posteriormente fue utilizada como bodega por los trabajadores del cementerio y en la actualidad alberga los más de 300 individuos que intentan ser identificados. Además de la humedad propia del clima y del lugar, debido a que no posee ventanas, se suma el agujero que existe en el techo debido al desplazamiento de una de las planchas de pizarreño luego de los temporales del invierno 2012, lo que deja los sacos con los restos expuestos directamente al estado del tiempo reinante, es decir humedad y agua los días de lluvia, y calor y luz directa los días de sol.
Actualmente cada osamenta se encuentra almacenada individualmente en un saco y/o bolsa por individuo, dependiendo de la embergadura de los restos, y cada individuo además con su ropa si es que correspondiera. Además ciertos huesos pequeños o dientes en bolsas plásticas individuales. A pesar de esto hay otros que están depositados directamente, ropa y restos óseos, dentro de cada saco, sin separación o clasificación alguna, esto debido a los periodos de la intervención que ha sufrido etapas de bajo presupuesto y no contar con el material ideal en todos los casos para embalar las osamentas y sus objetos asociados de manera responsable con su conservación.
Los sacos se encuentran en su gran mayoría, dispuestos en el suelo de la capilla, y el resto en repisas de madera, por lo que la exposición a las condiciones climático-ambientales y de insectos y arácnidos es constante.
Debido a la cantidad de individuos que existen en nuestros registros, y al trabajo previo que se ha realizado en ellos (limpieza, clasificación, caracterización individual de cada esqueleto) es que el estudio de ellos significa una gran fuente de información para investigadores y estudiantes, por lo tanto el acceso y manipulación de ella, con el debido respeto y conforme al objetivo final de este trabajo que es la individualización e identificación positiva de los restos, puede generar muchas formas potenciales de investigación para la antropología en general y conocimiento osteológico de esta población en particular.
Sabemos que la autocrítica es necesaria en situaciones como esta, intentando evaluar qué se ha hecho mal y qué es lo que podemos mejorar, siendo en este último punto donde nos encontramos actualmente. Con el tiempo hemos podido constatar la importancia de esta colección, las posibilidades de estudio que ella representa, pero al mismo tiempo sabemos que si no existe una correcta conservación de estos restos, llámese contenedores individuales con materiales apropiados e indicados para su conservación, tampoco será posible un correcto estudio y hará aún más difícil una identificación positiva de restos para ser entregados a sus familias. Debido a la precariedad de las instalaciones es que el estudio y manipulación que se realiza a fin de obtener una identificación positiva es al mismo tiempo lo que está poniendo en jaque su integridad y conservación.